Vivir en el medio rural, una alternativa factible
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Artículo ofrecido por: gazteaukera
La juventud afronta dificultades para salir del hogar familiar. Compartir piso o tratar de optar a la vivienda protegida son alternativas frecuentes. Pero no son las únicas, hay quienes desde la ciudad vuelven su mirada al medio rural donde desarrollar su proyecto de vida. En algunos casos, la crisis del coronavirus ha sido el último empujón necesario para desear habitar en un municipio pequeño, donde poder adquirir una vivienda a la medida de sus posibilidades y de sus deseos.
La juventud afronta dificultades para salir del hogar familiar. Compartir piso o tratar de optar a la vivienda protegida son alternativas frecuentes. Pero no son las únicas, hay quienes desde la ciudad vuelven su mirada al medio rural donde desarrollar su proyecto de vida. En algunos casos, la crisis del coronavirus ha sido el último empujón necesario para desear habitar en un municipio pequeño, donde poder adquirir una vivienda a la medida de sus posibilidades y de sus deseos.
Además, el teletrabajo y la flexibilidad laboral permiten romper la lógica espacial con el puesto de trabajo. El “trabajo desde casa” era una actividad en continuo crecimiento gracias a Internet, pero no fue hasta la llegada de la COVID-19 cuando se generalizó. Indudablemente la determinación de ubicarse en el medio rural y teletrabajar requiere tener un trabajo estable, si bien se ha demostrado que son muchas las ocupaciones que pueden desarrollar sus tareas desde cualquier lugar con conexión a Internet.
Tras el confinamiento somos más conscientes de las limitaciones de los pisos en los que vivimos normalmente en las ciudades, y nos ha hecho mirar al mundo rural, ansiar sus amplios espacios y la proximidad con el entorno natural. De hecho, ha aumentado el interés por adquirir una vivienda en núcleos menores de población.
Pensemos que una casa en el medio rural con su conexión wifi puede tener un gran valor como espacio para el trabajo on line, puede ofrecer más espacio que las viviendas urbanas, pudiéndose facilitar la separación del espacio de trabajo del propio de la vida cotidiana. Puede incluso favorecerse la efectividad y productividad laboral por la ausencia de distracciones y los altos niveles de tranquilidad.
En términos generales, la vida rural presenta algunos inconvenientes como una mayor limitación a servicios sanitarios y educativos, y a ofertas culturales; pero también tiene puntos a su favor como una relación más equilibrada con el medio ambiente, la posibilidad de desarrollar iniciativas emprendedoras y la mejora de la calidad del tiempo y de la salud.
En definitiva, la dificultad económica para acceder a la vivienda urbana puede llevar a las personas jóvenes a repensar sus alternativas y abrirse a nuevas opciones, lográndose, incluso, un impulso de las áreas rurales.
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